Reencuentro con mi vieja y cascadilla MTB. Como no podía ser de otra forma de un modo traumático, lo que ya empeza a hacerme pensar...
Fue el día del Pilar, estaba planeada una "rutilla" de unos 80 km con la bici de montaña hasta el centenillo. Ahí estábamos los machotes trimaletas, fieles y aguerridos caballeros montando sus respectivas pata negra (alguna paletilla por ahí también había) y provistos de sus mochilillas (alguno mochilaca, eh Julito) para hacer mas llevadero el camino. Fue aquí cuando empezaron mis dudas, ahí me veíais a mi con mis míseras cinco barritas y mi tonelcillo de agua, pensando dar un paseíllo por el campo contando mis batallitas y oyendo las de mis compañeros...CRASO ERROR.
Empezamos la salidilla, lenticos, y accidentados, pues no habíamos llegado a Guarroman y Julio ya había pinchado dos veces, ya algo nos decía que aquel no iba a ser un martes cualquiera. A partir de aquí decidimos subir un poco el ritmo (mas que nada para no llegar de noche, que queda feo para la familia). Tras aclarar cual era el camino correcto, ya empezamos a trotar por unos caminos espectaculares, no muy tecnicos, pero con unos charcos que parecian pantanillos, cruzamos un riachuelo (que risas nos pegamos ehh compis) y empezamos la fiesta. Subida tras subida. Empiezo a acordarme de por que le tengo yo tanta manía a la dichosa MTB. Llevaríamos aproximadamente unos 30 km, y yo haciendo cuentas mentales de lo que quedaba ya empece a suponer que me iba a tocar sufrir.
Aproximadamente a unos 10 km del centenillo, nuestro compañero Jose Molinero tuvo una grave caída que nos hizo incluso plantearnos la retirada en el Centenillo, suerte que había un leñador que lo llevo hasta el centenillo, nosotros le seguimos casi a rueda y nos despedimos de el ya en destino.
Habíamos cubierto la mitad del camino, salieron un total de 56km, eran las dos de la tarde, no me salían las cuentas. Paramos a descansar unos 30 minutos en una preciosa casa que tiene A. Sanchez, rellenamos y partimos de nuevo (todavía se me saltan las lagrimas de pensar en esa cervecilla y el bocata de jamón).
Reanudamos el camino, las piernas parecían palos, y a la primera bajada algo no va bien, otra vez la bici sin frenos!!!!!! Menos mal que Antonio se apresuro a "arreglarmelos". Vuelta al camino, cuando empezamos a llanear, veo que algo no anda bien, soy incapaz de coger a Julio que solo puede meter plato chico y yo voy con todo metido!!!! Bueno, será la fatiga del calentón hasta el Centenillo, me digo. Cogemos carretera por fin y parece que a partir de ahora todo mejorara, pero empezamos con una subida terrible, no se acaba, voy con plato pequeño y piñón grande y la bicicleta parece que pesa mas que yo!!!!! Julio me esta echando el aire en el cogote, subo mas por huev... Que por piernas, yo creo que me da una medio pájara. Arriba nos espera el resto, yo pienso incluso en llamar a Irene para que me recoja, pienso en que voy a quemar la bici cuando llegue a mis casa... Justo después otra subida, aquí ya no puedo mas subo a camara lenta, ya arriba mis compis me ven mal y empiezan a ofrecerme de todo, en ese momento me bajo de la bici, y cuando voy a empujarla un poquito, veo que no rula.... ESTABA FRENADA!!!!!!! Vaya un globero!!!! Ahora si me le termina de arreglar (se agradece igualmente el interés tetillo) y lleno de moral (pero ya sin piernas) encamino la recta final hasta Linares. Ya a partir de la Carolina empiezo a recuperar el buen humor, pues conozco el camino, y eso a mi me da la vida.
Al final llegamos sobre las seis de la tarde, y salieron 115 km, si 115, me lo llegan a contar y se apunta Rita la cantaora.
El balance positivo, pese a las penurias pasadas, sobretodo porque la recuperación ha sido rápida, y acabe mejor de lo que esperaba a mitad de camino. Parece que le daremos una tregua a la montaña...
